Una de las consecuencias más frecuentes de la exposición solar en nuestra piel son las manchas.
Existen muchos tipos, tanto benignas como malignas. Por eso, lo primero que hay que hacer antes de eliminar manchas es diagnosticarlas. No hay dos manchas iguales.
Por ejemplo, hay manchas que se van muy bien con láser, sin embargo puede ser perjudicial para otras.
Las más frecuentes son los léntigos y el melasma.
Los léntigos son manchas pequeñas, redondeadas, como “gotas”, que aparecen por el sol y la edad. Aparecen en la cara, escote y manos, progresivamente.
El melasma, también llamado cloasma, es una mancha marrón que se extiende por toda la cara y típicamente se oscurece en verano, con el sol. Afecta sobre todo a la frente, a las mejillas y al labio superior y son las mujeres jóvenes las más propensas a sufrirlo.
Los dos tipos de manchas pueden ser tratados en nuestra clínica, aunque con tratamientos diferentes, por eso insistimos en que un diagnóstico previo es imprescindible.