Sin duda el efecto más temido del sol sobre la piel es el cáncer. Y cuando se habla de éste, es inevitable la referencia al melanoma. “Se estima que 3 de cada 4 muertes asociadas al cáncer de piel tienen su origen en un melanoma maligno”. Hasta la fecha, el único tratamiento que se ha revelado efectivo para tratar esta patología es la resección quirúrgica del propio tumor. “Es un tipo de cáncer muy metastásico por lo que para que la intervención dé óptimos resultados se debe hacer cuando el tumor no supera un milímetro de grosor. Por eso, es muy importante que la persona vigile su propia piel y si ve algo que pueda indicar la aparición de una lesión de estas características, que acuda inmediatamente al médico” – indica la Dra. Landa, dermatóloga de la clínica Dermitek.
La precocidad en la detección de la lesión lo que puede marcar la diferencia. “Las lesiones nuevas suelen mostrarse en forma de escamas en la piel, que se quitan rascando y que vuelven a aparecer. Éstas aparecen fundamentalmente en la cara”. Y es que aproximadamente el 80 por ciento de este tipo de lesiones –excepto el melanoma corporal- “aparecen principalmente en la cara y entre ellos se pueden dar otros tipos como las queratosis actínicas –formas prematuras de carcinomas epidermoides- y los carcinomas basocelulares. En el primer caso, como escamas en la piel, que se quitan rascando y que vuelven a aparecer, y en el segundo, como granitos de color rosado o grisáceo que va creciendo lentamente o bien como una herida que no cura”.